Es un hecho que tanto la película como el libro, han sido un gran éxito a nivel mundial: el libro se ha convertido en Best Seller, ya que ha arrasado en ventas (¡más de cuarenta y cuatro millones de ejemplares a nivel mundial!)... y la película, está siendo un verdadero éxito a salas llenas, en todos los países donde la están dando.
Aquí es donde nos damos cuenta, que el papel de las fantasías sexuales (sobre todo femeninas), necesitaban un ámbito en donde sentirse liberadas. A partir de esta producción, muchas mujeres se han decidido a dar rienda suelta a sus fantasías y también, a ponerlas en práctica.
"50 sombras de Grey", plantea una sexualidad donde predomina el sadomasoquismo, en las prácticas sexuales de la pareja. Se muestra en el marco de una historia de amor, con excelentes condimentos de romanticismo y esto hace que para muchas mujeres, dicha práctica se vea muy diferente de lo que sería para ellas fuera de ese contexto. No debemos olvidar, que para muchas mujeres, aún sigue siendo importante que haya una historia de amor y pasión presente en estos temas... no solamente la sexualidad más directa, que no involucra sentimientos... y esta historia, contempla estos dos ingredientes.
Desde mi perspectiva, le veo varias aristas: por un lado, las parejas pueden ver una sexualidad diferente a la habitual y ampliar sus fantasías, tener conocimiento de este tipo de sexo diferente y poder evaluar desde su propia perspectiva, su viabilidad o no (tanto sea en la fantasía, como en la realidad).
Y también le veo posibles riesgos, sobre todo para aquellas personas que en busca de tener nuevas experiencias, se arriesgan a este tipo de sexualidad, sin tener conocimiento real de lo que implica su práctica y del alcance que puede tener, si no conocen bien con quién lo están haciendo y cómo lo realizan.
Me refiero a personas que salen con alguien una noche... o mujeres que recién están empezando a conocer una pareja y se da una situación de esta naturaleza, donde se plantea este tipo de sexualidad. Seguramente en más de una ocasión, no se sienten preparadas o no estén seguras, pero su cuota de curiosidad y de orgullo les juega una mala pasada... y terminan accediendo, no siempre saliendo airosas de la situación. Una cosa es una novela y otra, la vida real.
La sexualidad sadomasoquista, no es para tomarla a la ligera. Requiere niveles de seriedad y responsabilidad muy altos, porque pueden darse situaciones en que esté en juego la integridad física. No es una práctica que sea recomendable realizar, sin mucho conocimiento del otro. Por lo cual, no es para una relación de “touch and go”, ni de poco conocimiento de la otra parte... una cosa es la fantasía respecto a esta sexualidad y otra muy distinta, la práctica de ella.
Personas a las que puede resultarle muy excitante en su fantasía este tipo de sexo, a la hora de la práctica, puede pasar a resultarles desagradable. Como en cualquier otro tipo de fantasías, la persona en su imaginación recrea una determinada escena que la estimula, pero cuando esa escena es llevada a la práctica, no es lo mismo... cambia la percepción de cómo se ve a sí mismo, al otro, como lo siente y la situación que se genera.
Para disfrutar de esta práctica, tiene que haber en la persona que recibe el castigo físico, una “asociación del placer sexual y el dolor”... tiene que gustarle ser dominado y castigado... y un placer asociado a la dominación y a infligir ese castigo, en quien lo ejerce. Esto sería básico como punto de partida, para que una persona pueda pensar en dar lugar al pasaje de la fantasía a la realidad.
Luego están las personas que sí disfrutan de este tipo de prácticas BDSM, donde hay grados distintos: desde leves aproximaciones a un sexualidad sadomasoquista (como el Bondage, dominación, palmadas, ropa de cuero, latex), donde no hay castigo físico, sino más bien, un escenario determinado y una fantasía de dominación (que es lo más frecuente que se ve en las parejas hoy en día, cuando introducen este tipo de variantes)... hasta quienes lo realizan con prácticas más extremas (latigazos, fustas, cadenas y toda una serie de aparatos para infligir castigos físicos), donde hay una clara erotización del dolor.
En las parejas, el “Bondage” (atar al otra persona para tener sexo), suele ser más común... seguramente desde la película “Bajos Instintos”, muchas parejas lo practiquen.
Pero una cosa es realizar el “Bondage”, con una pareja conocida y otra muy distinta, con alguien que no saben quién es y hasta dónde es capaz en sus conductas. Puede salir bien, como puede resultar mal y caer en manos de “Jack el Destripador”... por eso sugiero, jamás aventurarse a estas prácticas con quien no conocen.
Con más razón en el sadomasoquismo: quienes lo realizan, tienen reglas que son explícitas y que se acuerdan de antemano con la pareja. Tiene que haber una gran comunicación y confianza entre ambos.
Es una relación donde hay un rol de “amo” y un rol de “sumisa”, (dominador y dominado), aunque se pueden cambiar roles (“switch”) y donde se explicita en forma clara, qué van a hacer y qué no.
Se establece un contrato donde figuran esas reglas acordadas de antemano. La “sumisa” es quien dice lo que está o no dispuesta a realizar... o más bien dicho, a qué le hagan. Esa persona es quien manda en la relación, por muy opuesto que parezca en los roles. Tiene que ser así, porque es quien sabe lo que está dispuesta o no, a soportar en su cuerpo... qué cosas le causan placer y cuáles pueden ser límites para ella. Y además, tienen una palabra clave que interrumpe la práctica y que cancela el contrato en caso de cambiar de opinión en el momento.
Es delicado e importante este acuerdo, porque previo a realizarlo, la persona puede imaginar una cosa y luego al hacerlo, sentir otra.
Hay que tener muy claro que no todas las personas están preparadas ni física, ni psicológicamente, para este tipo de sexualidad. Puede haber además de daños físicos, daño emocional, si no se sienten a gusto con ésto y lo practican por sentirse presionadas o por complacer al otro. Es una variante que algunas personas podrán practicar y otras, decididamente no.
Esto no debe tomarse de ninguna manera como valoración de su sexualidad, ni mucho menos.
Hay personas que prueban alguna vez esta variante, con tintes sadomasoquistas dentro de su sexualidad, donde alternan el sexo “vainilla”(tradicional) con este otro tipo de prácticas... y después, están quienes solo lo hacen de esta forma siempre, que son los verdaderos sadomasoquistas: no encuentran placer de otra manera.
La sexualidad tiene que ser algo que complazca a ambos miembros de una pareja, y los límites están dados entre ambos y de común acuerdo.
Por eso es que si bien es muy lícita y necesaria la fantasía en la sexualidad humana, hay que saber también ejercer la sexualidad en forma responsable... donde los riesgos siempre tienen que estar controlados, para que no se generen situaciones indeseables.
Así como siempre decimos que hay que cuidarse a la hora de tener sexo con alguien que recién se conoce, para evitar un embarazo indeseado o la trasmisión de una ETS (enfermedades de trasmisión sexual), también hay que cuidarse a la hora de ejercer prácticas que puedan ser peligrosas para la vida. Ser muy conscientes si están preparados para ellas, si están de acuerdo a su forma de ser, dentro de qué marco de pareja se están realizando y si van con los deseos de ambas partes. Si alguna de estas premisas no están contempladas, es mejor no realizarlo, porque las consecuencias pueden no ser positivas.
La sexualidad es para disfrutarla... pero primero, está la salud y ¡la vida!
Ps. Silvia Cardozo
Terapeuta Cognitivo Conductual
Técnico y docente en disfunciones sexuales
ensil@adinet.com.uy