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Ansiedad vs. Sexualidad

Ansiedad vs. Sexualidad
Todas las personas experimentan cierto grado de ansiedad, cuando van a tener relaciones sexuales con alguien... sobre todo, las primeras veces. Es que se trata de una experiencia que deja totalmente expuesto al individuo, tanto física, como emocionalmente.

Hoy, suele suceder, que al haber menos tabúes respecto al sexo, las personas muchas veces lo toman como algo a la ligera o incluso, como casi una obligación; y cuando llegan a ese momento, se dan cuenta que no estaban preparados.

Y en estos tiempos de sexo rápido, y sin suficiente grado de confianza y conocimiento de la otra persona, dicha ansiedad suele ser mayor y generar verdaderos inconvenientes a la hora de concretarse dicho encuentro.

Siempre los tiempos de cambios de paradigmas, traen estos desajustes, en los que se puede ir de un extremo al otro, hasta por fin llegar al punto de equilibrio. Y eso creo que es lo que está pasando hoy.

Sentirse a prueba

Las personas se conocen en una noche y sienten muchas veces que es tiempo suficiente para dar ese paso, y luego empiezan los problemas. Porque para llegar a ese extremo, necesitan desinhibirse de forma antinatural, ya sea con alcohol encima u otras sustancias que hagan que baje su nivel de censura.

Se sienten además en permanente prueba, lo cual hace que “no puedan fallar” en dicha performance. Cosa que lleva a que tengamos adolescentes y hombres jóvenes, que recurren repetidamente (hasta la adicción) al viagra, porque no pueden permitirse no responder como se espera de ellos, no salir airosos de la prueba en esa noche. Y lo mismo las mujeres o chicas jóvenes: acuden al alcohol o son expertas en fingir lo que no sienten... o adoptan un papel teatral, para representar lo que se espera de ellas.

Todas estas situaciones, deterioran la esencia de una relación sexual sana.

Es así que se generan disfunciones sexuales que no tendrían por qué darse, si no fuera por tanto apuro y presión que se autoimponen: todos trastornos en los cuales la ansiedad juega un papel por demás relevante.

Es imposible estar excitado y nervioso a la vez

La ansiedad tiene un fin adaptativo: nos prepara para la lucha o la huida de una situación peligrosa y se rige por el sistema nervioso autónomo, en su rama llamada simpática.

Por otro lado, el estado de calma y relax está regido por el mismo sistema nervioso autónomo, pero en su rama parasimpática. El simpático y el parasimpático, son antagónicos. Esto quiere decir que cuando uno sube, el otro baja. O sea, nunca puede pasar que alguien esté relajado y nervioso a la vez.

La etapa de excitación y meseta de la relación sexual, está regida por el sistema nervioso autónomo en su rama parasimpática. O sea, es imposible estar excitado y muy ansioso a la vez.

Es como si se prepararan para sobrevivir en una situación extrema y pretendieran estar excitados... no es compatible.

La sangre fluye a los músculos para prepararnos para el ataque o la huida durante la exitación. Pero se necesita estar suficientemente tranquilos, bajo la influencia del parasimpático, para poder experimentar excitación en una relación sexual.

Para que esto ocurra, debe haber confianza entre los integrantes, conocimiento de la otra persona y de a lo que se van a exponer. Y esto difícilmente se logre a las apuradas.

Recién en el orgasmo, cambia el sistema nervioso dominante y pasan a invertirse, predominando el simpático.

Espectadores de nuestra película

Por eso es que muchas veces, aunque la persona esté muy segura de sentirse atraída por alguien que conoció, si no tiene aún la suficiente confianza, es muy probable que no pueda llegar al grado de excitación  deseable, por los nervios (ansiedad) que le genera dicho apuro.

En sexología se llama “rol de espectador”, cuando la persona no se abandona a sus sensaciones, sino que está pendiente de su desempeño. Como quien es espectador de una película, en vez de ser el protagonista.

Por desconectarse con el sentir, por la misma ansiedad de hacerlo bien, es que no puede disfrutar el momento y no logra la excitación deseada.

Además se da una cadena, porque una falla en una situación, hace que luego sea más difícil revertir ese proceso.

En el caso del hombre, siente que su hombría está en juego. Anticipa que puede volver a fracasar, con lo cual va aún más ansioso a la siguiente vez y es mucho más probable entonces, que fracase por eso mismo.
 
Con las mujeres pasa algo similar: después de haber fingido un orgasmo, les da vergüenza poner marcha atrás y empezar a comunicarle al otro qué cosas le gustan y cuáles no; o dar a entender que necesitan más tiempo o más caricias, etc. Es como que no quieren defraudar a su compañero y así se sumergen en una serie de relaciones sexuales displacenteras, por no haber puesto el freno a tiempo.

Una comunicación muy íntima

La sexualidad implica muchas variables que la hacen particular para cada individuo, desde la educación recibida en su casa, la cultura y sociedad en la cual está inserto, hasta las experiencias previas que tuvo, factores religiosos y más.

Y todo esto está presente a la hora de intimar con el otro, por lo que no es algo para tomar a la ligera. Siempre es mejor estar preparada para hacerlo; no lanzarse demasiado pronto y fracasar... por sentirse presionada, ya sea por la otra persona, por prejuicios, mandatos sociales engañosos, el qué dirán, etc.


La relación sexual es una forma íntima de comunicación y muchas veces, necesita de tiempo, conocimiento, comodidad y tranquilidad, para poder expresarse de la mejor forma.

Puede haber gente más experimentada, con menos tabúes y menos ansiedad, que domine más fácilmente estas situaciones; pero no son la mayoría. No hay que tomar las experiencias ajenas como modelos a seguir.

Así que la próxima vez que te enfrentes a una situación así, deja las presiones y las evaluaciones de lado, y decide por tí misma, cuándo estás preparada para poder disfrutar realmente de dicha relación.


Ps. Silvia Cardozo

ensil@adinet.com.uy
Terapeuta Cognitivo-Conductual
Técnico en Sexología Clínica
Integrante, Coordinadora y Docente de Suatec (Soc. Uruguaya de Análisis y Terapia del Comportamiento)
Teléfono del consultorio: 2 707 90 27

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