Vivimos en un mundo controlado por el dinero, por los créditos, las tarjetas, la tecnología, el trabajo muchas veces excesivo, el agotamiento de la vida diaria. Somos seres rutinarios y al final del día, nos recostamos con la cabeza a mil, pensando en mañana, en pasado, y así la vamos llevando... olvidándonos de nosotros.
La salud mental, es un estado de bienestar que nos ayuda mucho, donde nos damos cuenta de nuestras aptitudes y competencias. Una buena salud mental, puede ayudarnos a afrontar las presiones normales de la vida, pero con otra perspectiva, con la mente un poco más clara.
Una buena salud mental, nos ayuda a trabajar de manera provechosa y productiva. Nos genera esas ganas de querer hacer una contribución a nuestro entorno.
Pero tenemos la otra cara de la moneda: hoy en día, es muy común que nuestra salud mental se vea afectada y no debemos sentirnos sentirnos abrumados por ello. No lo tomemos como tabú. No estamos solos.
La inseguridad, la desesperanza, la violencia, los problemas de índole económico o social, todo lo que afecte nuestra salud física, las diferencias socioculturales, las experiencias de la vida diaria, con los pares, con los compañeros de trabajo, con la familia, con problemas no resueltos... todo esto, repercute en nuestra salud mental, en nuestro equilibrio, en nuestra armonía.
La salud mental va de la mano con la salud física... yo me atrevería a decir que es trascendental para una salud física adecuada y por ende, también para la recuperación de enfermedades físicas. Es básico para el bienestar social... favorece tu calidad de vida.
Entonces: ¿Qué puedo hacer para ayudarme? ¿Qué puedo hacer para no generar un sobrepeso mental? ¿Cómo corto con todos estos pensamientos recurrentes? ¿Cómo puedo alivianar todo esto que me pasa? Comparto aquí algunas recomendaciones que me han resultado útiles.