La adolescencia es una etapa de grandes cambios y muchas emociones nuevas para los adolescentes, que pueden muchas veces, no saber cómo canalizarlas en forma adecuada.
Dejan de ser el niño o niña de la casa, para asumir nuevas responsabilidades, que pueden hacerlos sentir que los desbordan. Desde el nuevo cuerpo que van formando, es común que les cueste adaptarse; en general, no les agrada en un principio. Enfrentar el liceo y sus responsabilidades, al igual que las exigencias de los propios padres y los grupos de amistades que van teniendo, también tienen sus propios cambios en esta etapa.
A veces, son víctimas de bullying y esto complica aún más la propia aceptación.
Hay muchos cambios hormonales, que también influyen en que se sientan distintos y las emociones sean más fuertes.
Lamentablemente todas estas variables, hacen que la adolescencia no siempre se transite de la forma más adecuada y que se puedan canalizar bien todas estas emociones.
Cuando esto sucede, algunos adolescentes lo hacen a través de autolesiones. Aunque parezca un hecho aislado, lamentablemente no lo es: cada vez más jóvenes se hieren a sí mismos, como parte de un riesgoso conflicto emocional.
Lo que mencionábamos, se denomina autolesión, autoagresión o herida autoinflingida, y son aquellos daños al propio cuerpo, producidos de manera consciente e intencionada por un individuo, con el objetivo de liberar emociones intensas. Esto se puede manifestar a través de cortes, quemaduras y rasguños, por nombrar algunas formas.
Generalmente lo hacen en sus extremidades o abdomen, lugares que fácilmente se pueden ocultar bajos sus ropas. Y así puede pasar mucho tiempo, antes para que sus padres puedan darse cuenta del problema que están pasando sus hijos.
Es importante destacar que las autoagresiones de estas características, se efectúan por parte de los adolescentes, como una forma de expresar aquellos sentimientos intensos que no saben o no pueden asumir de otra manera. Por ejemplo, grandes sentimientos de rabia, tristeza, dolor y soledad, los que comúnmente pueden desbordarlos emocionalmente, y que al desconocer otros medios de expresión liberadora, terminan sintiendo emocionalmente a través del propio cuerpo.
Esto mismo explica por qué son comúnmente las jóvenes las que realizan estos actos, ya que están acostumbradas a no expresar directamente emociones fuertes y displacenteras; y además, están más conectadas con su cuerpo que los hombres de su edad. Por lo mismo, finalmente es allí donde muchas adolescentes terminan dibujando su sentir.
Una buena metáfora para entender lo que sienten, es imaginarse una olla a presión sonando muy fuerte: llega un punto en que algo hay que hacer, para liberar tanta presión. Allí, al remover la válvula (realizarse heridas), lo que se está haciendo es liberar de algún modo la presión interna, y que aunque funciona (alivia en el momento ), mantiene la tapa puesta (siguen sintiéndose con rabia, dolidos y tristes).
Como ya hemos visto, los adolescentes realizan estos actos frecuentemente, como un modo de lidiar con elevados montos de estrés y así, aliviar la intolerable tensión que sienten y que para algunos resulta insostenible. Además de esto, al dejar una huella visible del dolor (herida), logran materializar en algo concreto y físicamente doloroso su dolor emocional, haciéndolo mentalmente más entendible, justificable y manejable.
La mejor manera de prevenir con nuestros hijos, es a través de una buena comunicación, y enseñándoles a conocerse y respetarse a sí mismos. Eso les entregará las herramientas básicas para lidiar con momentos angustiantes a lo largo de sus vidas. Se ha visto que aquellas personas con mayor inteligencia emocional (capacidad de adaptación, autoestima, empatía, comunicación, asertividad, etc.), tienen más éxito en resolver sanamente sus conflictos emocionales, que quienes no lo han desarrollado. Por otro lado, aquellos que tienen menor inteligencia emocional y tienden a estados depresivos, son más propensos a agredirse a sí mismos en momentos altamente estresantes.
Es básico que los adolescentes, aprendan a enfrentar sus problemas expresándolos verbalmente. Para eso, los padres tienen que estar atentos a poder escucharlos y entenderlos... darles ese espacio y que se sientan entendidos y escuchados.
No es la vía del castigo una forma de terminar con los problemas, sino la del entendimiento de la necesidad del hijo/a. Si los padres castigan a sus hijos por estas conductas, ellos más van a pensar aún que se merecen eso; no mejora en absoluto su autoestima, ni los ayuda a desarrollar la capacidad de volcar sus problemas en palabras.
Algunas veces la problemática está en la misma familia y otras, en el medio que los rodea; pero en definitiva, siempre el hogar es donde el adolescente puede o no, volcar sus problemas y ser escuchado, y así canalizar de forma más constructiva lo que le sucede.
Es común que al enterarse de que sus hijos se cortan, muchos padres se asusten pensando en que es un acto suicida. Aquí el tema se torna aún más delicado, ya que si bien estos actos no conforman en sí un intento de quitarse la vida, no se puede descartar por completo un riesgo de este tipo. En este sentido, lo mejor es la evaluación y tratamiento por parte de un profesional de la salud mental, quien pueda ayudarlos a identificar las causas subyacentes al acto en sí.
Existen ciertas estrategias que se pueden utilizar para dejar de autolesionarse y promover conductas más sanas de resolución de conflictos en los adolescentes. En primer lugar, es importante reconocer cuando la intensidad de la emoción es tal, que surgen deseos de hacerse daño. Allí, la sugerencia es distraerse del impulso agresivo de alguna manera, como concentrándose en otra cosa, que puede ser por ejemplo: hablando con alguien de confianza sobre aquel motivo que lo pone mal, escribiendo en un diario lo que siente, contando hasta diez en ese momento del impulso y respirando para relajarse, pintando, etc. La idea acá, más que centrarse en los deseos de agresión, es tratar de pensar y sentir aquello que causa el malestar, buscando mejores maneras de afrontarlo.
En segundo lugar, es importante aprender a calmarse por sí mismos y sin lastimarse. Para ello, es necesario descubrir qué elementos o actividades lo calman, de modo de propiciar un saludable manejo del estrés por esa vía. Este trabajo no es fácil, pero pueden ser estrategias útiles de llevar a cabo. Puede ser un deporte o cualquier actividad placentera, que le baje el estrés.
Estas son formas de evitar la situación en el momento, pero debemos identificar la causa que los lleva a tener estos impulsos y así, poder ver en forma particular, cuál es la estrategia más adecuada de resolución, que nunca puede ser la de autolesionarse.
Los adolescentes tienen que aprender a quererse y respetarse a sí mismos y a los demás; y para eso, es importante que los mensajes que reciban en su casa, vayan en esa dirección: su casa es la base de todo. El resto de los problemas se pueden sobrellevar, si hay una adecuada contención en el hogar.
Ps. Silvia Cardozo
Terapeuta Cognitivo Conductual
Mail: ensil@adinet.com.uy