El costo del pasaje, es el tiempo. Es decidirse a invertir entre veinte y treinta minutos al día. Sin importar el lugar, a diferencia de otros medios de transporte, después de sacar tu pasaje, no hay retraso ni demora.
Recomendaciones: sentirse cómodo, cada uno tiene su método, respirar profundo, sumergirse en el texto, dejar que la trama te atrape, empatizar con los personajes, dejar que la imaginación haga su trabajo, que nos deje usar los sentidos sin usarlos.
Al sonar la alarma, culminado el tiempo elegido, descubriremos que de verdad hemos viajado a otra dimensión. Respirar profundo, agradecer esa sensación de libertad... y reservar el próximo pasaje, es la clave.
En esta vorágine en que vivimos, a veces nos olvidamos hasta de respirar bien, de darnos un tiempo. Esta es una manera de sanar, lo digo por experiencia: la literatura es liberadora.
Yo ya sé cuál será mi próximo destino. ¿Tú conoces el tuyo?
Atentamente.
Lorena Insúa Fernández