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Porque me quiero, me respeto

Porque me quiero, me respeto
Un sabio dijo:
Da, pero no permitas que te utilicen.
Ama, pero no permitas que abusen de tu corazón.
Confía, pero no seas ingenuo.
Escucha, pero no pierdas tu propia voz.

¿Se han dado cuenta que siempre se habla del respeto a los demás? Pero, ¿qué pasa con el respeto a nosotros mismos? ¿Qué pasa con el “aceptar” constantemente lo que sucede a nuestro alrededor y las actitudes no tan agradables de algunas personas?

Creo que en general este tema nos acompaña desde la infancia: de pequeños buscamos complacer a los demás para ser aceptados… pero con el tiempo, el decir siempre que “sí” para contentar a los otros, nos termina enfermando.

A medida que vamos “tragándonos” todo lo que queremos comunicar, vamos ahogándonos con esa frustración que despierta en nosotros y va provocando que esas palabras que nunca fueron dichas, nos queden literalmente “atragantadas”: en un comienzo se transforman en molestias, pero luego pueden derivar en problemas tales como estreñimiento, obesidad y de hecho, generalmente derivan en temas más y más complicados, y a la larga, pueden desembocar en enfermedades.

Seamos valientes y cortemos con ese círculo vicioso… con el tiempo he entendido que tener amor propio y saber decir “no”, no significa ser egoísta: lejos de eso, es el amor más grande que nos podemos demostrar. El cuidarnos es la base de todo amor: cuando yo me quiero, me escucho, me respeto, siento las señales que da mi cuerpo a ese estímulo exterior que no me agrada y voy a actuar en resonancia a eso que estoy sintiendo… 

A veces podemos parecer “antipáticos”, pero es justamente eso: parecer, pero no quiere decir que lo seamos. Cuando yo me quiero, me preservo de todo lo que me hace daño… saquémosnos la idea que agradar a todos y tener “un millón de amigos” es lo que necesitamos para sentirnos bien… justamente, porque me quiero, no necesito la aprobación de nadie, sino de mí mismo.

¿Por qué soportar actitudes que no resuenan conmigo? ¿Tengo derecho a volcar mis frustraciones en los demás o es algo que yo tengo que trabajar? 

Porque es importante que también yo pueda reconocer mis propias falencias, ser humilde y saber ver esas partes de mí que no me gustan tanto, para poder trabajar en ellas. La humildad no es pobreza… es mostrar nuestra calidad de persona: el reconocer lo que tengo resolver, es de valientes… es de sabios. 

¿Están todos preparados? NO… pero siempre se puede intentar… porque ¡claro que es más fácil quedarse estancado en la situación de víctima y regalar nuestros traumas a todo el mundo! Encarar no es fácil: muchas veces hay que enfrentar las propias sombras y no todos están dispuestos. Pero debemos tener bien claro que todos somos capaces de crecer… tenemos todo para ser libres, pero lo primero es querer serlo, para así ponernos en marcha y salir del estancamiento. 

Si reconocemos esa “sombra” pero no sabemos cómo transitarla, recordemos que no estamos solos, siempre podemos pedir ayuda a algún ser cercano... desde la humildad, pero siendo siempre conscientes que somos nosotros los que debemos andar nuestro propio camino: yo no puedo transitar tu sendero, ni tú el mío…

El primer paso es salir del ego, de la zona de confort, del terreno conocido… navegar en aguas inciertas… ser intrépidos…

Transitando mis sombras y trabajando en ellas, aprendo a quererme… y sólo a partir de allí, puedo empezar a querer a los demás. Por lo que esta actitud, lejos de ser egoísta, es el amor más grande que me puedo demostrar: primero me amo yo, para resolver mis temas pendientes… me amo para después amar. 

Nunca dudes que el amor más grande, empieza por ti mismo: contigo vas a estar siempre, así que lo mejor es disfrutar de nuestra propia compañía y es justamente por eso, que es mejor ir aprendiendo a querernos, a respetarnos… lo exterior va y viene… es circunstancial.

Nunca es tarde para lograr nuestra mejor versión, siempre se puede comenzar de nuevo… todos merecemos nuestro propio amor. Es hora de crear nuestra vida, de no estancarnos en el lodo. 

Los invito a ir haciendo este ejercicio que como les decía, lejos de ser egoísmo, es comenzar a respetarnos para poder respetar.

“El amor es una cura milagrosa. Amarnos a nosotros mismos, hace milagros en nuestras vidas.” – Louise L. Hay.


Marla Salab
Comuna Mujer Chile

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