Hay montones de lugares que se pueden transformar en unas estupendas y eróticas vacaciones, siempre y cuando ambos tengan ganas de que así sea: desde mirar las gaviotas a cambiarle la rueda al auto, por ejemplo. Si se espera que “ese momento” ocurra sólo con violines de fondo o con el Caribe de escenario, posiblemente ambos se pierdan la posibilidad de encontrarlo dentro de una carpa en el camping de La Paloma o en Aguas Dulces, o en aquel hotelito perdido entre las sierras.
A veces, suele suceder que las vacaciones no salen del todo bien como quisiéramos. Por ejemplo, cuando sin ganas se va de veraneo con la tía, la abuela, el perro y el loro, difícilmente se encontrara ese espacio necesario para la comunicación. Se trata de analizar, elegir y optar: o la abuela metiéndose en el medio pero cuidando los chicos a la noche, o la intimidad diaria y las corridas para poder salir solos alguna vez. Cuando el panorama está claro, se puede planificar con inteligencia, de lo contrario se cae en la queja contínua.
El tener tiempo libre para disfrutar, retomar aquellas caricias que hace años nos enloquecían, las caminatas tal vez en silencio pero en un contacto intimo casi inexplicable, borra lentamente el estrago que el stress diario hizo durante todo el año. Libre entonces de momentáneas preocupaciones, el deseo sexual se liberará y los sentidos estarán a flor de piel.