¿Pero qué es en realidad lo que nos sucede cuando fluimos? Las investigaciones nos dicen que es una experiencia psicológica, más que física. Y nuestro cerebro y su funcionamiento tienen mucho que ver en esto. Se han identificado diferentes áreas involucradas en el estado de Flow.
Nuestra corteza prefrontal es la encargada de evaluar riesgos, planificar, analizar pensamientos, suprimir los impulsos, solucionar problemas y tomar decisiones. Hay una zona en esta área, asociada a sentimientos negativos hacia uno mismo, la corteza prefrontal media. Esta última, junto a la amígdala que es la que procesa los sentimientos negativos surgidos de las experiencias, ambas, quedan inhibidas cuando entramos en estado de flujo.
La distorsión del tiempo se da en el lóbulo parietal. Por el contrario, el área cerebral asociada a la motivación, parte del núcleo acumbens, se activa cuando entramos en flow. También parecen activarse áreas vinculadas a la percepción de control que tenemos en estado de flujo.
Se estimula la producción de endorfinas, como en la meditación, se reduce con ello el miedo y se crea sensación de euforia. Aumenta los niveles de GABA, un neurotransmisor que amplifica la concentración, al disminuir la percepción de los estímulos exteriores.