En general, decimos que son emocionalmente inteligentes, aquellas personas que se caracterizan por ser justas, verdaderas, leales, honestas, prudentes y respetuosas. Lo cierto es que estos son aspectos, que suelen definir a las personas equilibradas.
La bondad es un don que tiene que ser tan disfrutado, como trabajado. Así, para lograr ese equilibrio emocional que tanto admiramos, tenemos que aprender a superar las emociones destructivas.
Como ya sabemos, muy pocas personas logran que estas desaparezcan y me atrevo a señalar que nunca lo hacen en su totalidad (entre otras cosas, porque va en contra de nuestra naturaleza emocional). Para superarlas tenemos que trabajar ciertos aspectos.
1-Tenemos que entenderlas
Como ya hemos comentado, tenemos que deshacernos de la idea de que nuestras emociones son intolerables y dar un paso más allá, a la hora de consolidar estas nuevas creencias. Cuando aparezcan esas emociones que consideramos destructivas, piensa en ellas y en lo que las generó.
2-Deshacernos del miedo
Ser seres emocionales no es algo malo ni negativo, ¿verdad? Pues a partir de ese mismo razonamiento, podemos decir que sentir envidia o ira en un momento dado, tampoco lo es. Al fin y al cabo, la afirmación es la misma, solo que al hablar de envidia, estamos especificando y siendo más concretos.
Probablemente nos resulte más tolerable pensar en la naturalidad con la que un niño se enfada o se siente celoso. Sabemos que no lo tenemos que reprender por esto, sino que tenemos que hacerle entender cómo se siente.
¿Por qué no hacemos con nosotros lo mismo? Es exactamente igual. Comprender esto e interiorizarlo, nos ayudará a no temer a nuestra naturaleza, ni a nuestras emociones.
3-Hay que deshacerse de las etiquetas
Por norma general, el ser humano tiende a hacer atribuciones internas, estables y globales de los comportamientos de los demás, considerados como negativos. Si bien con nosotros mismos somos más benevolentes, acabamos temiendo que por esa misma regla de tres, los demás hagan lo mismo con nosotros.
Generalmente no somos conscientes de que esto sucede tal cual en nuestra mente, pero sí conocemos el perjuicio que supone que los demás nos consideren conforme a algo que no nos define.
4-Cultivar el equilibrio emocional
Si bien podríamos considerar a las emociones destructivas como aquellas que resultan dañinas para nosotros y para los demás, lo cierto es que solo se convierten en destructivas cuando perturbar nuestro equilibrio mental.
O sea, no es tanto el sentir ira, como el dejar que esta se prolongue en el tiempo y nos destruya. Aunque no es fácil cargar cada emoción con buenos sentimientos, es el camino que debemos andar para alcanzar la serenidad mental que tanto ansiamos y admiramos.
De esta manera, reflexionar sobre nuestras emociones y valores, nos ayudará a promover aspectos tan relacionados con la bondad como la compasión, el sosiego y la confianza.