Todos nacemos con una genética que favorece que hagamos mejor unas tareas que otras, pero eso no quiere decir que tengamos que renunciar a las actividades que se nos dan peor. Por lo tanto, la genética es el origen primario de nuestros límites.
El ambiente en el que nos movemos, nuestra familia, nuestros amigos y nuestra educación, son factores esenciales que hacen aflorar muchos de los límites que nos autoimponemos sin pasarlos por ningún tipo de filtro reflexivo. Todos estos factores influyen también en la manera en la que descubrimos nuestros talentos y en cómo encontramos actividades que nos apasionen.
Por lo que se refiere a la educación, es importante destacar que, si observamos a los niños, veremos que no tienen ninguna limitación en cuanto a intentar cualquier cosa que quieran hacer, porque se creen capaces de hacer todo. Ken Robinson, educador y escritor británico, sostiene que a medida que vamos creciendo, el sistema educativo nos va preparando para el “mundo real”. Pero, ¿qué es el mundo real? Desde luego no es el mismo ahora que hace años.
El problema es que el sistema educativo actual, se creó en la época de la industrialización: un periodo en el que se necesitaban muchos especialistas en determinadas disciplinas relacionadas con la producción material. El precio de fomentar estas materias, lo pagó la creatividad en áreas como la música, la escritura, el deporte, la danza, etc.
Paradójicamente, actualmente vivimos en una sociedad completamente diferente, pero la educación sigue siendo la de la época de la industrialización. Así, gracias a la estaticidad del sistema educativo con el que contamos, lo que nos enseñan en los colegios, es otro de los factores que nos imponen los límites mentales que asumimos.
“Todo niño es un artista, porque todo niño cree ciegamente en su propio talento. La razón es que no tienen ningún miedo a equivocarse. Hasta que el sistema les va enseñando poco a poco, que el error existe y que deben avergonzarse de él.” - Ken Robinson –