Uno de los recuerdos más entrañables de mi infancia, es el de las historias que me narraba mi abuela en las tardes de invierno, en las que estaba resfriada y no había podido acudir al colegio.
En esos cuentos iban cambiando los protagonistas pero, casi siempre, mi abuela introducía en ellos un elemento mágico. Una poción secreta que infundiría valor y fuerza al héroe de nuestra historia para que pudiera conseguir todo lo que se propusiera.
Muchas veces, a lo largo de los años, me he preguntado dónde estarían los ingredientes mágicos de las historias de mi niñez, ya que, ¿a quién no le viene bien un poquito de ayuda para ser el héroe de cada día?
Aunque haya que echarle al asunto un poquito de imaginación, podemos afirmar que las pociones mágicas casi existen y se encuentran mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos. ¿Te has parado a revisar el mueble de las especias de tu cocina? Mira ese botecito, sí, sí, ese que pone “Canela”.