Aprender a bailar cualquier estilo no sólo es bueno para nuestro cuerpo, sino también para el cerebro... así como lo estás leyendo. Los movimientos que se requieren para las coreografías, permiten que los músculos generales se impliquen, incluyendo los del lóbulo frontal. Pero, ¡atención!: lo mismo ocurre cuando se nos da por bailar frente al espejo o cuando estamos solos en casa y en la radio pasan ese tema que tanto nos gusta.
En nuestro cerebro muchos son los acontecimientos que ocurren mientras estamos bailando. Por ejemplo, se evalúan señales de ubicación en el espacio, se deciden qué músculos estirar y cuáles contraer, se mantiene el equilibrio, se perfeccionan los movimientos, etc.
No hay dudas que bailar es bueno para la salud, seguramente eso lo sabías o lo habías leído antes. Pero se ha comprobado que contornearte al escuchar cierto tipo de música, es la terapia perfecta para huir de la depresión, la tristeza y el estrés. Pero además, sirve para mejorar la capacidad pulmonar y cardíaca, bajar de peso y quitarnos la vergüenza.
Los científicos de la Escuela de Medicina de Nueva York, dicen que bailar es la actividad más efectiva para evitar el envejecimiento del cerebro. Está incluida dentro del grupo de tareas que no podemos dejar de realizar, al igual que resolver crucigramas, hacer sudokus o leer. Si aún no practicas nada de ello, no tardes más ya que los expertos afirman que cuánto antes lo hagas, más estimularás los dos hemisferios cerebrales y conservarás tu lucidez.
La gerontología durante años, ha tratado de identificar cuáles son las acciones que permiten a las personas no padecer problemas de la ancianidad. Entre las conclusiones a las que llegaron, se encuentra que una de estas actividades, sería bailar asiduamente (ya sea de manera profesional o amateur). La danza o el baile exigen creatividad para realizar cada paso, produciendo reestructuraciones en las estructuras neuronales. Entonces, se recomienda bailar veinte minutos por día, para llenarse de energía y afrontar la jornada con una gran sonrisa, dejando de lado los problemas.
Los movimientos que se realizan al bailar, nos ayudan a liberarnos de las contracturas musculares y a mantener la postura erguida. Además, oxigena la sangre, nos permite ejercitamos y divertirnos. Como si todo esto fuera poco, bailar mejora la flexibilidad y evita el dolor en las extremidades; así como también disminuye los niveles de colesterol y fortalece las actividades pulmonar y cardíaca.
El estilo de música tiene mucho que ver
Además de los beneficios detallados anteriormente, se sabe también que cada subgénero de música tiene una relación diferente en el cerebro de quiénes la escuchan.
El “hard rock” permite quitar la angustia y el dolor, que olvidemos los problemas, mejoremos los ánimos, reduzcamos el estrés y podamos “seguir adelante”.
La música clásica hace que las personas estén más tranquilas y concentradas (una terapia muy interesante consiste en que las mujeres embarazadas escuchen Mozart o Vivaldi, para que su bebé sea más calmado al nacer). Además, fomenta hábitos de aprendizaje y nos ayuda a ser más razonables.
La música romántica estimula la hormona “del amor”, conocida científicamente como oxitocina. Abre los sentimientos y la excitación, permite que una persona se sienta más confiada de sí misma al tener una cita.
El “metal” aumenta la producción de las hormonas calmantes y estimulantes de una manera especial, ya que el cerebro recibe como si fuera una “explosión de energía” y al terminar de escucharla, esos compuestos se disuelven y nos permiten sentirnos más reflexivos.
El “hip hop” y la música electrónica tienen efectos similares en el cuerpo, ya que estimulan la producción de hormonas “energéticas”: nos permiten realizar actividad constante, ejercitarnos, movernos más rápidamente, etc.
La música “disco" y la “pop”, fomentan la alegría y el gozo, nos permiten perder los miedos, tomar coraje para hacer lo que queramos y disfrutar del momento.
Por último, el “jazz” y el “blues”, son sinónimo de liberación espiritual. Tienen buenos efectos ya que agudizan los sentidos, tranquilizan la mente, liberan las tensiones, fomentan la serenidad.
Así que ya lo sabes: para cada sensación, una canción. Y para entrenar el cerebro, un poco de baile.