Cada día, respiramos alrededor de veinte mil veces y no nos damos cuenta. Esta acción tiene la maravillosa cualidad de que es automática; pero también se puede controlar.
La respiración es muy reactiva al ambiente que le rodea: en la vida moderna hay tantos estímulos, que la respiración tiende a reaccionar de manera defensiva, tensando nuestra musculatura y procurando enviar oxígeno al cerebro de manera muy rápida.
Observa por ejemplo, qué sucede cuando escuchas el bocinazo de un auto, o cuando se cae algo al suelo produciendo un gran ruido: la respiración es rápida, los hombros suben, en rostro se tensa.
Imagina ahora que observas un hermoso lago al atardecer: tu respiración tiende a profundizarse. La mayoría del tiempo, los estímulos en las ciudades (bocinazos, llamadas telefónicas, el trabajo) tensan la respiración, creando tensión muscular y finalmente, nerviosa.
Podemos decir que nuestra respiración es “estresada” por la ciudad. Lo que debemos hacer es educarla, lograr que esta tenga su curso natural, deshacer la tensión nerviosa acumulada y bajar así la ansiedad, hasta hacerla desaparecer.
Comienza ahora: cierra los ojos, inhala y exhala aire por la nariz de forma lenta y profunda; relajando tus hombros, el cuello, todo tu cuerpo.
Realiza este ejercicio dos veces. Observa y siente qué sucede… en la medida que lo repitas y lo incorpores en tu rutina seguramente, te comenzarás a sentir mejor.
Un aporte de:
Nutrición y Salud Cuido tu Peso
Santiago de Chile.