No es aconsejable que la adaptación sea brusca, sino que lo ideal es que sea paulatina. Esto quiere decir que primero vaya poco tiempo con sus padres al nuevo lugar y de a poco, empiece a aumentar los tiempos, para más tarde ir sin sus padres (especialmente en el jardín). Esto, los jardines y colegios en general lo tienen ya planificado , aunque puede requerir diferencias particulares. Y también es cierto, que la elección del lugar debe ser acorde a lo que pensamos que puede ser mejor para nuestro hijo.
A su vez, tratar de que esta adaptación no le coincida con otras adaptaciones de su vida. Muchas veces complica la adaptación el hecho de que haya nacido un hermanito y ahí lo dejen en el jardín, lo que hace que el niño pueda sentir que "se lo sacan de encima" para que sus padres puedan estar con su hermano... o que sus padres se hayan separado recién y el comienza el jardín, lo que puede sentir como un castigo. Por tanto, la actitud con que lo dejamos en el jardín, influye mucho. A veces los mismos padres somos los inseguros y le trasmitimos eso a nuestros hijos, en vez de darles confianza.
El tema de la seguridad es muy importante: tenemos que asegurarles que siempre los vamos a ir a buscar y por esto, hay que reparar en no llegar tarde a la hora de la salida... de esta forma, no les generaremos ansiedades innecesarias.
Tratar de motivarlo respecto a este cambio - sin exagerar- (para no generar expectativas que no se van a dar) pero sí haciendo comentarios positivos sobre él.
Generar vínculos de amistad con compañeros, si vemos que disfruta en particular la compañía de alguno de ellos... así irá más contento y además, coordinar con la familia de su amigo, para invitarlo a jugar a casa.
Si necesita llevar algún juguete suyo de apego, dejarlo que lo lleve si él quiere y si se le es permitido.
Enseñarle a compartir. Si en la clase o grupo se hace un día de merienda compartida donde uno lleva para todos, porque es una forma de agasajo a los compañeros, que luego también lo va a recibir él. Es importante ponerle entusiasmo a ese día.
Una vez que el niño se ha adaptado, no hacer despedidas largas que puedan dar lugar a dramatismos, sino despedirlo naturalmente.
Estar coordinados con los educadores según la etapa en que esté el niño, para ayudarlo a su proceso natural de crecimiento y adaptación. Por ejemplo si está dejando los pañales o chupete, que se haga en ambos lados.
Todo tipo de dudas sobre las rutinas que tengan, hablarlas siempre, así entenderemos mejor cuáles pueden ser sus posibles dificultades para ayudarlo si es necesario o si no, para poder comentar sobre ellas con el chico.
Que las idas al jardín no sean apresuradas, a las corridas: es preferible levantarse un rato antes y hacer todo con calma, así como establecer horarios de descanso y que se cumplan. Esto ayuda mucho a que los chicos se ordenen, no vayan cansados o mal dormidos.