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Conceptos sobre violencia doméstica

Conceptos sobre violencia doméstica

Del libro Recorriendo conceptos sobre violencia de género

¿Qué es el abuso sexual?

Según Enrique Echebúrua, catedrático de psicología clínica en el País Vasco, y Cristina Guerricaechevarría, responsable del servicio de asistencia psicológica para víctimas de violencia de género, define en su libro "Abuso sexual en la infancia, víctimas y agresores" (2000) que «de manera genérica, se considera abuso sexual infantil a toda conducta en la que un menor es utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder.»

¿Dónde ocurre?

El abuso sexual ocurre en un ámbito privado, generalmente en el ámbito familiar, o sea que se da en casa de la víctima, donde el perpetrador abusa de su poder sobre el niño/a para imponerle una sexualidad traumática mediante el engaño, la fuerza, las amenazas o más comúnmente bajo la forma de un juego secreto, que debe padecer bajo una ley de silencio.

Una de las principales razones por las cuales el abuso sexual en la infancia es de difícil detección y sanción es porque generalmente los abusadores son parte del entorno familiar y social próximo del niño/a abusado/a y porque no siempre la situación deja huella física detectable, pero sí una huella psíquica que llevará por toda su vida.


¿Qué es la Violencia doméstica? ¿Por qué responde al ámbito público?

La violencia doméstica es la que ocurre en las relaciones afectivas dentro de la familia, relaciones de pareja, noviazgo (pudiendo haber convivencia o no) basada en el abuso de poder y control de una persona hacia otra, generando algún tipo de daño, ya sea psicológico, físico, sexual y económico.

La violencia doméstica en cualquiera de sus formas y tanto en el ámbito privado como en el público, constituye una violación de los derechos humanos y por ello hay que contribuir con la erradicación.
17.514 plantea que cualquier persona que tome conocimiento de un hecho de violencia doméstica, podrá denunciar. Esto significa que la ley es de orden público. 


¿Es lo mismo violencia doméstica que violencia de género?


No, la violencia doméstica, como dice la palabra, responde al ámbito del hogar, donde hay un lazo de convivencia que estructura el tipo de violencia. 


¿Solo es posible detectar la violencia doméstica cuando hay violencia física?


No, también se puede detectar cuando reconocemos que existen insultos, miradas, actitudes. Cuando se llega al daño físico, es la punta del iceberg.

Es fundamental entender el ciclo de la violencia, pero este puede desplegarse, ampliarse si tenemos en cuenta los sentimientos que fluyen en medio de una relación presidida por violencia. En esta espiral se ha colocado el arrepentimiento y el perdón, como dos de los elementos que junto al miedo y la vergüenza, mantienen a las mujeres víctimas de violencia de género en esa realidad durante muchos años.

Por supuesto que la violencia puede empezar por cualquier estado, pero lo más frecuente es que empiece por las agresiones verbales, los golpes, la rotura de objetos, que intimidan y crean inseguridad.

De esta forma se prepara el terreno para la agresión o malos tratos psicológicos. La llegada de la agresión física, es la que destapa la preocupación en el agresor, que siendo consciente de que «a lo mejor se había pasado», muestra un arrepentimiento de «dudosa calidad» (Fig. 2), para de nuevo atrapar a la víctima, no solo a través del miedo y la vergüenza, sino también por un sentimiento de culpa inducido por el agresor y por la presión social.

Así llegamos a la toma de decisión por parte de la víctima: ¿perdonar o no perdonar? Si no perdona, rompe la espiral y tiene una posibilidad; si perdona, lo cual ocurre con mucha frecuencia, se tranquiliza por un tiempo corto hasta que comienza de nuevo la espiral, que cada vez se acorta más en su desarrollo temporal, hasta que al final la acorrala tanto, que o huye o muere. Difícil elección cuando se está insegura, asustada y con hijos/hijas a su cargo.

Mitos y realidades de la violencia ejercida contra la mujer

La violencia contra la mujer se naturaliza transmitiendo y consolidando en la sociedad determinados discursos, creencias o mitos que desvirtúan la verdadera dimensión del problema y que minimizan la gravedad de las actitudes sexistas, pese a que pueden provocar la muerte de las mujeres agredidas.

Estos discursos operan como argumentos en la naturalización o normalización de la violencia que se ejerce sobre las mujeres, ya que con ellos se intenta dar una explicación no racional a la realidad. Algunos de los más comunes se pueden ver en el siguiente cuadro realizado en base a la información recogida de la red uruguaya de lucha contra la violencia doméstica y sexual en (2015):

Mito - El maltrato a la mujer es un fenómeno que solo se da en los niveles económicos y educativos bajos.
Realidad - Ocurre en todos los niveles educativos, sociales y económicos.

Mito - El maltrato psicológico no es tan grave como el físico.
Realidad - Este tipo de maltrato puede ser más incapacitante que el físico y si es continuado en el tiempo, puede provocar desequilibrio emocional.

Mito - A las mujeres que son maltratadas les debe gustar, de lo contrario no lo permitirían.
Realidad - La conducta violenta es responsabilidad de quien la ejerce. Lo que en realidad sienten las mujeres es miedo, indefensión, culpa, vergüenza... eso les impide pedir ayuda.

Mito - Las mujeres maltratan igual que los varones.
Realidad - Se trata de un fenómeno distinto: el tipo de violencia que ejercen y el significado social de la misma es diferente (Lorente, 2001) y además, la violencia machista tiene como fin el control y dominio de la mujer (Jacobson y Gottman, 2001).

Mito - El maltrato a la mujer es fruto de algún tipo de enfermedad mental.
Realidad - Solo en un bajo porcentaje de los agresores existe enfermedad mental. Lo que sí está demostrado es que, tras el maltrato, es la mujer la que puede padecer problemas psicológicos.

Mito - El consumo de alcohol u otras drogas es la causa de las conductas violentas.
Realidad - Pueden actuar como desencadenantes o como excusas, pero no son la causa. Hay muchas personas que beben y toman drogas y no maltratan, y hay maltratadores que ni beben ni consumen drogas.

Mito - La conducta violenta es algo innato, que pertenece a la esencia del ser humano. Los varones son violentos por naturaleza.
Realidad  - La violencia se aprende a través de modelos familiares y sociales. La mayoría de los que ejercen violencia sobre la pareja no son violentos fuera del hogar. Además, se pueden aprender formas no violentas de resolución de conflictos.

Mito - Si una mujer ama y comprende suficientemente a su pareja, logrará que él cambie y deje de maltratarla.
Realidad - El problema del maltratador no es la falta de cariño o comprensión.

Mito - Lo más importante para la familia es que los hijos/as se críen con su padre y con su madre en el mismo hogar.
Realidad - Lo más importante para el desarrollo es crecer en un ambiente amoroso y libre de violencia. El ser testigo de la violencia, es un factor de riesgo. También los niños y las niñas son víctimas.

Mito - Si hay violencia no puede haber amor.
Realidad - Al menos al comienzo de la relación, la violencia suele desencadenarse por ciclos, no de forma permanente. Generalmente es un amor adictivo, dependiente, posesivo y basado en la inseguridad.

Mito - La violación ocurre a manos de extraños.
Realidad - La mayoría de las violaciones son cometidas por varones a quienes las mujeres conocen o en quienes confían.


¿Cómo se puede detectar una situación de violencia doméstica?

La violencia empieza de manera sutil: tomando la forma de agresión psicológica que consiste en atentados contra la autoestima de la mujer. El agresor la ridiculiza, ignora su presencia, no presta atención a lo que ella dice, se ríe de sus opciones o sus iniciativas, la compara con otras personas en forma peyorativa o degradante, la corrige en público. Inicialmente estas conductas no parecen violentas, pero ejercen un efecto igualmente devastador sobre la mujer, provocando un debilitamiento progresivo de sus defensas psicológicas: la víctima comienza a tener miedo de expresarse o de hacer algo por temor al agresor; se siente deprimida y débil.

En segundo término, aparece la violencia verbal que refuerza la agresión psicológica. El agresor insulta y denigra a la mujer; la ofende; la llama «loca»; comienza a amenazarla con infringirle daño físico o maltratarla y luego con suicidarse, lo que crea un clima de miedo constante. La ridiculiza en presencia de otras personas, alza la voz o le grita acusándola por cualquier nimiedad, de tener la culpa de todo. En muchos casos, la mujer llega a un estado de debilitamiento, de desequilibrio emocional y de depresión que requiere atención psiquiátrica; aunque generalmente es tratada con psicofármacos sin llegar al fondo del problema.

Finalmente aparece la violencia física. El agresor toma a su pareja del brazo y se lo estruja; a veces finge estar jugando para pellizcarla, producirle moretones, jalarle el cabello, empujarla, golpearla. En algún momento la golpea con la mano abierta, después siguen las patadas al cuerpo, los golpes a puño cerrado y el uso de objetos para lastimarla. En medio de toda esta agresión, le exige tener contactos sexuales y a veces la viola cuando ella está dormida.

¿Qué se puede hacer?

- Hablar con personas de confianza: familiares, amigas/os, vecinas/os.

- Si se decide hacer una denuncia policial, buscar antes el asesoramiento y apoyo de los servicios especializados en violencia doméstica que dan el Estado y las organizaciones civiles.

- Irse de su casa porque lo maltratan no es abandono de hogar... si decides hacerlo, deja una constancia en la Seccional Policial.

- Si te encuentras lastimada/o, recurra a cualquier centro asistencial, policlínica o emergencia móvil y pide un certificado por las lesiones constatadas.

- Evita estar sola/o cuando percibas que él/ella pueda agredirte. Alerta a alguna vecina/o para que pueda ayudarte. Deja alguna ventana abierta y la puerta sin llave.

- Ten siempre tus documentos, algo de dinero, ropa, medicamentos y llaves, para poder movilizarte.

- Si el agresor/a ya no vive en tu casa, no le abras la puerta y si insiste, llama al 911.

- Cuando visites a tus hijos/as, hay que evitar estar en soledad.

- Cambia tus rutinas si él/ella te persigue.

- Pide que te acompañen al salir del trabajo. Constata que el agresor no se encuentre en las cercanías, para evitarlo y/o llamar a la policía.


Extraído del libro: Recorriendo conceptos sobre violencia de género.
Autor: Lic. Javier Jesús Mangini Colombo
Contacto: javiermangini@hotmail.com

Nota relacionada: Hablemos de abuso sexual en la infancia.

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Comentarios (2)

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Moderador de Comuna Mujer.

Moderador 17-10-2019

Gracias Sandra por tu apreciación.

Sandra Franco 16-10-2019

Buen informe

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