Hace un tiempo atrás, llegó una persona a mi consulta que estaba devastada y después de llorar mucho, me dijo: "¿qué podemos hacer cuando nuestra vida está sin rumbo, cuando el dolor parece estacionado en nuestra vida y el final del camino se prevé negro?"
Mi respuesta fue: "creer en ti, creer en Dios o en un ser que te guía y te sostiene; creer en que pase lo que pase, la vida es perfecta; creer en el amor... creer y confiar que aunque no lo entiendas, creamos lo que creemos.”
Hace algunos años, cuando mi vida estaba literalmente "de cabeza", aprendí que todo ocurre por algo... que aunque una situación parezca sin sentido, nada está ni sucede por casualidad y que de lo más doloroso, lo más negativo y de lo que más sufrimiento nos genera, siempre pero absolutamente siempre, se aprende.
Mis grandes aprendizajes en esta vida no han sido cuando me han pasado cosas buenas y he brillado desde la felicidad, sino cuando he sido capaz de sonreír, aún teniéndolo todo en contra... cuando he sido capaz de ponerme de pie y decidir ser feliz, aunque nada en la vida me sonriera, y sacar fuerzas desde mi interior y desde mi alma para encender mi luz y brillar, aunque estuviera rodeada de sombras.
Entiendo que habrá personas que pensarán que es imposible sonreír en ciertas situaciones demasiado dolorosas... en esas situaciones que son difíciles de soportar... pero hasta en esas terribles situaciones, podemos ser capaces de mirar al cielo y encontrar un rayito de esperanza, y generar una nueva realidad para nosotros... es en esas situaciones, cuando debemos ser capaces de mirar a nuestro interior y fortalecernos en el SER que somos, ya que debemos recordar que todo cambia y nada permanece, y lo que hoy nos causa un dolor, mañana puede ser fuente de alegría.
El dolor y el sufrimiento, así como la alegría, forman parte de la vida humana, son inseparables de la existencia del hombre: son como la otra cara de una misma moneda.
Quizás a muchas personas, el dolor les parece un obstáculo insuperable en el camino hacia la felicidad... para otros, la felicidad se reduce al placer y a la ausencia de dolor... o también hay quienes consideran que hay que huir del dolor a toda costa, porque es el enemigo insalvable de la felicidad. Sin embargo, desde mi mirada, el dolor y la felicidad están siempre presentes en la vida... depende de cada uno el foco que tengamos y de nuestras creencias en torno a ellas; y es desde ahí, después de haber transitado lo indecible en el dolor, que yo concibo a la felicidad como una tarea interior, como una elección permanente que trasciende lo placentero.
Entonces, veo al dolor como un estado que es inseparable de la vida humana... incluso un estado necesario, ya que nos puede transformar y perfeccionar en el nivel más profundo de nuestro SER, haciéndonos mejores personas, más conscientes de nuestras sombras y de nuestra existencia o espiritualmente, en cuanto nos acerca a nuestra Alma y nos aproxima al fin trascendente de nuestra vida.
Por lo cual, aquí la propuesta: frente a la pregunta “¿qué hacer cuando el dolor parece estacionado en nuestra vida y el final del camino se prevé negro?”... yo te invito a cambiar el foco frente al dolor.
En vez de comenzar a interrogarnos del porqué del sufrimiento, donde nos enfocamos en la causa que pudiera explicar su aparición y nos ponemos como las víctimas de una situación (“¿es el castigo merecido?”, “¿es consecuencia de la mala fortuna?”, “¿habré pasado por debajo de una escalera o pisado la cola a un gato negro?”, “¿me habrán hecho una brujería y este dolor está causado intencionalmente por alguien?”, “¿por qué Dios se alejó de mí, por qué me abandonó?”), te pido que pongas la mirada en preguntas acerca del “para qué”, ya que desde ahí podemos observar y transitar en la finalidad del dolor y, por tanto, se encuentra más relacionada con el sentido, donde salgo del papel de víctima y tomo las riendas de la situación.
Tus nuevas interrogantes, podrían ser: “¿cómo puede beneficiarme este sufrimiento?”, “¿puedo ver alguna oportunidad que se me muestre a partir de este dolor o situación?”, “¿qué relación guarda con el proyecto que me he trazado en la vida?”, “¿cómo lo puedo aprovechar para ayudar a los demás?”, “¿es un medio para poder integrar algún aspecto mío que no había sido capaz de ver?”.
Puede que estés transitando una situación muy dolorosa, que sientas que no te deja ni respirar, sin embargo, mi propuesta es a que hoy mires tu dolor y te preguntes: “¿hoy puedo permitirme ser feliz a pesar de este dolor?” La elección es siempre tuya y en la medida que lo creas, lo vas a crear.
Recuerda: la felicidad es una elección... y ¡tú eres quien elige!
¡Es tiempo de despertar! ¡Es tiempo de simplemente elegir ser feliz!
Y entonces… ¿te atreves a ir por MÁS?... ¿Más qué?: Más felicidad, más amor, más paz, más tranquilidad, más alegrías, más risas, más disfrute, más gozo, más juegos, más abundancia de TODOOO… más espiritualidad, más cariños, más ternura… ¡más consciencia!
María Jesús Martínez Bórquez
Psicóloga, Facilitadora de Ceremonias y Talleres.
Coach Ontológica. Terapeuta Floral.
Astróloga. Sahumadora.
Fono consulta: (+569) 6 478 0966