Como vemos, pensar forma parte de la naturaleza humana… de hecho, es uno de los procesos que nos diferencian del resto de seres vivos. Pero nuestro pensamiento, contrariamente a lo que se suele considerar, no es en su mayoría consciente... más bien, todo lo contrario.
Pensemos en un iceberg: la punta del mismo o lo que se encuentra al descubierto en la superficie, sería el pensamiento consciente; mientras que, el hielo que está sumergido (que es la mayoría), constituye la parte inconsciente.
Según el doctor Michael Shadlen, investigador principal en el Instituto del Comportamiento del Cerebro Mortimer B. Zuckerman de Columbia (Estados Unidos), “la gran mayoría de los pensamientos que circulan en nuestro cerebro, ocurren por debajo del radar de conciencia consciente, lo que significa que a pesar de que nuestro cerebro los está procesando, no somos conscientes”.
Por tanto, la calidad de nuestros pensamientos determina nuestro día a día: dependiendo de las ideas conscientes e inconscientes que se crucen por nuestra mente, así será el resultado de nuestro desarrollo.